- COMPARTIR: Mt 28,1; Mc 16,1; Lc 24,1; Jn 20,1.19.26; Hech 20,7; 1Cor 16, 2
-A partir de las lecturas compartidas, ¿Qué datos valiosos podemos sacar?
-“Para muchos de nosotros el domingo es el día en que "hay que ir a misa"; ó el "día de descanso" y/o el "día para dedicarse a la familia".
¿Qué significado tiene para cada uno de nosotros el día Domingo? ¿Cómo lo vivimos?
¿Qué lugar ocupa la Misa en nuestro domingo? ¿Cómo la vivimos?
En el corazón del domingo cristiano está la eucaristía. ¡Nada más lógico! Nuestro culto a Dios se sintetiza en "recordar y celebrar" el misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús. NO HAY OTRA MEJOR MANERA DE ALABAR A DIOS que ofrecerle permanentemente a JESÚS, HIJO SUYO Y HERMANO NUESTRO, MUERTO Y RESUCITADO POR NOSOTROS. Esto ocurre, sacramentalmente en la celebración eucarística que llamamos misa (conviene acostumbrarse a llamarlo CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA. En los primeros siglos se la llamó "fracción del pan"; "cena del Señor"; "eucaristía").
Si en el corazón del domingo cristiano esta la eucaristía, ¿es razonable ir a ella "porque es obligación"? ¿Que alabanza al Padre puede ser esa? Hay que enamorarse de Jesús para "extrañarlo" y "salir corriendo" a su encuentro.
Este día tiene un significado muy grande: es el “DÍA DE LA RESURRECCIÓN”; el “octavo día” que inaugura el tiempo escatológico, tiempo con sentido profético tiempo de espera y anuncio con la esperanza en la Venida del Señor al final de la historia, para dar comienzo a la vida plena, para siempre; al llamarlo “domingo” se indica la presencia misteriosa del Señor resucitado en su Iglesia.
Desde el inicio, el domingo estuvo marcado por la presencia de la comunidad, reunida en asamblea, es el día de la comunidad.
Nuestra participación dominical en la celebración del misterio pascual de Cristo, exige de nuestra parte “preparación”. La celebración eucarística es una celebración y por eso debemos pensar que es un momento fuerte de encuentro con el Señor (sacramentalmente entraremos en comunión con él y con toda la Iglesia). Debemos pensar cuáles serán nuestras intenciones (por qué dar gracias, de qué nos arrepentimos, por quiénes rezaremos) más allá de las intenciones de la comunidad; así estaremos preparados para que la celebración no sea una rutina, tenga algo de nuestra persona y nuestra vida, nos fortalezca para nuestra misión en la comunidad cristiana y podamos realmente vivenciar el acontecimiento clave de la vida de nuestra Iglesia y en la historia de la humanidad.
Con este sentido de comunidad eclesial debemos impregnar también nuestra "pequeña iglesia doméstica": nuestra familia. Es de gran importancia el descanso dominical, hacer un paréntesis de la rutina y dedicarse a la convivencia, la familiaridad, la amistad, la caridad, etc.
Los primeros cristianos aprovechaban el encuentro semanal para expresarse mutuamente los sentimientos de fraternidad, pidiéndose perdón por las ofensas, dándose el beso de la paz y compartiendo lo que tenían para que "nadie pasara necesidad".
¿Pasó de moda esta forma de celebrar la Resurrección de Jesús? ¿No queda nadie en casa, en el trabajo, en el barrio a quien debamos pedirle perdón? ¿No hay nadie a quien debamos atender, acompañar en su soledad, llamarlo por teléfono, invitarlo a comer, irlo a visitar? ¿Puede haber eucaristía sin fraternidad?
JESÚS NOS QUIERE UNIDOS, “REUNIDOS” Y SOLIDARIOS
La Iglesia nos enseña que por celebrarse la Resurrección de Cristo, ese día los fieles deben reunirse para que, oyendo la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, se acuerden de la pasión, de la resurrección y de la gloria del Señor Jesús, y den gracias a Dios....
Luego de estas reflexiones ¿Qué podemos cambiar de nuestra forma de vivenciar los domingos? ¿Qué podemos hacer en familia para prepararnos para la Celebración Eucarística? ¿Cómo puedo ser participar en la celebración?
Para terminar el encuentro oremos el SALMO 118, 19-29
(Se puede usar esta antífona)
Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él
mierda
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