28 de julio de 2009

FICHA 6 - PECADO Y SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

 Jesús sana

+Hagamos una pequeña oración para comenzar.

+Anunciamos las noticias que tenemos y sobre todo, la de la Celebración del Sacramento de la Reconciliación por parte de los niños.

+Leamos el testimonio tratando de comprenderlo y meditarlo. Si se van suscitando preguntas, dudas, comentarios, anotarlos o retenerlos para luego compartirlos.

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

«A lo largo de mis años en el seminario, me torturó una cuestión muy simple: “Pero, ¿y qué cosa es el pecado? No me atrevía a plantear esta duda a otros, porque temía que me pudieran considerar si no estúpido, seguramente ateo. Sin embargo, este interrogante me persiguió y me atormentó como una sombra negra durante todos mis años de estudio.

Cuando me ordené como sacerdote, me propuse tomar muy en serio la Confesión. Pero esa duda en mi corazón se fue intensificando cada vez más. Después de haber escuchado numerosas experiencias en el confesionario, me di cuenta de que la mayoría de las personas no comprendía verdaderamente en qué consiste el pecado. Así, las confesiones se iban convirtiendo en una rutina y no implicaban un arrepentimiento sincero.

Siendo un joven sacerdote viví una crisis profunda. Comencé a preguntarme, “¿por qué existe la Confesión?”... Desde el altar, nosotros anunciábamos el Evangelio, hablábamos del pecado, invitábamos a la gente a corregir sus malos hábitos y actitudes. No obstante, rara vez escuchaba yo en el confesionario que un penitente se refiriera a las palabras de Jesús o a la homilía, como un motivo para decidirse a cambiar su vida. Entonces surgió esta otra pregunta: “¿Qué sentido tiene la prédica”?... ¿Por qué confesarse? ¡Trataba de ver cuando menos algún progreso de una confesión a la otra! Y como no lo veía, la pregunta en mi interior se volvía cada vez más compleja y dolorosa.

Estaba consciente de que había comenzado a vivir el drama que envuelve al ministerio de todo sacerdote que no logra darle un sentido, un significado a su misión. ¡Pero igual le sucede a muchos creyentes! Sobre todo los jóvenes tienen muchas dificultades con la Confesión. Ellos enfrentan obstáculos similares y se debaten ante los mismos dilemas: “¿Por qué he de confesarme con un sacerdote”?

Pudiera ser que el problema radique, en que la mayoría de la gente se limita tan solo a confesar faltas superficiales, considerando únicamente la apariencia y no la importancia. Todos los jóvenes, particularmente los adolescentes, atraviesan por esa crisis y frecuentemente sucede que dejan de confesarse. Y he aquí la inquietud del sacerdote: ¡Los que debieran confesarse ya no lo hacen y los que se confiesan lo hacen con superficialidad y ligereza!

Recuerdo bien a una joven creyente que me pidió que le hablara de la Confesión, pero dejando bien claro al mismo tiempo que no tenía intención alguna de confesarse. Su primera pregunta fue: “¿Por qué he de confesarme con un sacerdote, que no es sino un ser humano igual que yo? En su lugar, yo puedo hacerlo directamente con Dios.”

Yo permanecí en silencio. Sentí como si hubiera caído en una trampa. ¡Esa era mi misma pregunta!... No sabía siquiera cómo responderle. Pero le dije: “También yo tengo el mismo dilema. ¿Por qué confesarse con un sacerdote que no es sino un hombre? ¡Pudiera ser porque los sacerdotes somos muy curiosos y queremos descubrir tus faltas! Creo, sin embargo, que nadie confiesa algo nuevo. El sacerdote conoce todos los pecados, todas las faltas del hombre. Si quieres saber mi punto de visa, ¡esa es mi misma duda!

Ahora fue ella la que se quedó callada. Y en ese preciso momento, ambos comprendimos que el Sacramento de la Reconciliación era algo mucho más profundo.

Se trata de un encuentro, del más extraordinario de todos: ¡Del encuentro con Cristo, en la más maravillosa de todas las modalidades! Es el encuentro del enfermo con el Médico; del pecador con el Santo; del afligido con el Consolador; del humillado con el que eleva a los humildes; del que padece hambre con el que sacia toda hambre; del que se ha extraviado con el que deja las 99 ovejas para buscar a la que se ha perdido.

En suma, es el encuentro entre el que navega en las tinieblas y Aquel que afirma ser la Luz. Entre el que ha perdido la ruta y Aquel que dice ser el Camino. Entre el solitario y Aquel que quiere ser el Amigo Verdadero.»

COMPARTIR (preguntas para guiar el diálogo)

-¿Qué es pecado ó en qué consiste “pecar”?

-¿Qué significado tiene el pecado para nosotros? ¿Y, para la sociedad? ¿Sabemos qué clases de pecados existen?

-¿Qué pensamos o consideramos acerca de la actitud de “confesarnos a solas o "directamente con Dios", sin la necesidad de dirigirnos al sacerdote ? ¿es válido o no? ¿Por qué?

-¿Cuál es mi postura acerca de este sacramento? ¿cómo lo vivo? ¿Cómo trámite ó como un verdadero encuentro con Jesús? ¿me libera? ¿cambia algo en mi vida?

PECADO ES UNA FALTA CONTRA EL AMOR, LA VERDAD Y EL BIEN (DIOS)

CONSECUENCIAS:

-RUPTURA de nuestras relaciones con DIOS (Miq 6, 3); CON LOS DEMÁS (2 Sam 11); con la CREACIÓN (Gn 3, 1-8) y MI MISMO (Gn 3, 7).

CLASES:

-MORTAL: destruye la caridad en nuestros corazones y nos priva de la gracia santificante dada por Dios a nuestras almas por una infracción grave a la Ley de Dios; nos aparta de Dios pues preferimos un bien inferior. Para que sea Mortal debe tener 3 condiciones: “materia grave” (10 mandamientos: gravedad + ó – (robo ≠ asesinato) )y la cualidad de las personas lesionadas también (padre/madre/esposa ≠ desconocido); “pleno conocimiento y deliberado consentimiento” (conocer el carácter pecaminoso del acto, su oposición a la Ley de Dios y su consentimiento suficientemente deliberado como para ser una elección personal).

-VENIAL: deja subsistir la caridad pero la hiere. Cuando no observamos en una materia leve lo prescrito por la ley moral o cuando la desobedecemos en materia grave pero sin pleno conocimiento y/o deliberado consentimiento.

-El pecado venial debilita la caridad impidiendo el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral. Si es deliberado y permanece sin arrepentimiento predispone a cometer pecado mortal. Este tipo de pecado es humanamente reparable; su PENA es temporal. (ENTRAÑA VICIOS que debilitan la voluntad haciéndonos prisioneros/esclavos del mismo)

-PENA: el pecado tiene una doble consecuencia. Cuando pecamos mortalmente (con consentimiento y deliberación) nos privamos de la comunión con Dios y perdemos la Vida Eterna (pena eterna). Todo pecado, incluso venial, conlleva a un apego desordenado a las cosas creadas que es necesario purificar, sea aquí sea después de la muerte (Purgatorio). Esta purificación nos libera de la “pena temporal”. El perdón de los pecados y la restauración de la comunión con Dios entrañan la remisión de la pena eterna del pecado pero las penas temporales permanecen y debemos esforzarnos soportando los sufrimientos y pruebas con paciencia y oblación (ofreciéndolas). Realizando obras de amor y misericordia. REPARANDO.

SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

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SÓLO DIOS PERDONA EL PECADO (Mc 2, 5. 7.10; Lc 7, 48) y en virtud de su autoridad divina , Jesús confiere este poder a sus discípulos (Jn 20, 21-23) para que lo ejerzan en SU NOMBRE. (cfr. 2Co 5,18.20).

Jesús no sólo perdonó los pecados sino que también manifestó el efecto del perdón: integración o vuelta a la comunidad del pueblo de Dios (de los elegidos, etc..). Recordemos las múltiples imágenes del “Banquete”, de sentarse a la mesa con pecadores o de admitirlos a su mesa, gestos que expresan el perdón de Dios y su acogida.

LOS ACTOS DEL PENITENTE:

1)CONTRICCIÓN (dolor del alma que detesta el acto cometido con una firme resolución de no volver a pecar más); Aquí es importante prepararse al sacramento con una atento examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios.

2) CONFESIÓN (confesar los pecados nos libera, incluso humanamente, facilitando la reconciliación con los demás y consigo mismo. Con l confesión asumimos los pecados cometidos y la responsabilidad frente a ellos recuperando así nuestra amistad con Dios y la comunión con la Iglesia. Se debe enumerar todos los pecados mortales de que se tiene conciencia. No es estrictamente necesaria la confesión de los pecados veniales pero se recomienda ya que ayuda a la formación de la conciencia recta, a luchar con las malas inclinaciones y a progresar en la vida del espíritu…

3) SATISFACCIÓN (los pecados causan daño, cuando lo causan al prójimo es necesario REPARAR. Pero además nos hiere y debilita así como a nuestras relaciones con Dios y los demás. Debemos a demás de reparar tratar de satisfacer o expiar de manera adecuada por los pecados. A esta satisfacción se le llama “PENITENCIA”. Esta es dada por el sacerdote quien debe tener en cuenta la situación personal del penitente y buscar su bien espiritual. La penitencia debe ser acorde a los pecados y puede consistir en oración, ofrendas, obras de misericordia, sacrificios, etc. Estas penitencias ayudan a configurarnos con Cristo, quien cargó con nuestros pecados.

EFECTOS DEL SACRAMENTO:

1) RECONCILIACIÓN CON DIOS; la paz y la tranquilidad de la conciencia y un profundo consuelo espiritual. Este sacramento nos conduce a una verdadera “Resurrección espiritual”.

2) RECONCILIA CON LA IGLESIA pues el pecado perjudica o rompe la comunión fraterna.

A través de este sacramento, confiándonos al juicio misericordioso de Dios, nos anticipamos de cierta manera al juicio al que seremos sometidos al final de nuestra vida terrena. Es aquí y ahora en que nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte y sólo es por el camino de la conversión que estaremos con Jesús en el Reino de los cielos.

TRATEMOS AHORA DE CONVERSAR ACERCA DE CÓMO PODEMOS ACERCARNOS A ESTE SACRAMENTO Y CÓMO PODEMOS HACERLES VER A NUESTROS HIJOS QUE ES UNA MUESTRA DEL AMOR Y AMISTAD CON DIOS QUIEN NOS ESPARA PARA RENOVAR NUESTRA AMISTAD.

HAGAMOS JUNTOS UNA ORACIÓN

Por mirar hacia otro lado en la injusticia,

por negar manos y tiempo en la siembra;

por cerrar el corazón

ante la miseria y el dolor,

ten piedad, ten piedad.

Por callar en mi oración y no buscarte,

por huir, por escapar, y no escucharte.

Por herir con la palabra

deformando tu enseñanza,

ten piedad, ten piedad.

Por dejar para mañana el hoy del amor,

por quedar mudo ante el pobre sin contestación.

Por pasearme indiferente, sin mis horas dar de frente,

ten piedad, ten piedad.

Señor, ten piedad,

Cristo, ten piedad,

Señor, ten piedad.

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